Un día como hoy 29 de febrero me remarca la presencia supersticiosa de un año bisiesto (se me viene a la mente que el anterior fue el pandémico 2020) y también el comienzo de un mes marzo difícil, que en lo familiar significará llegar al vigésimo aniversario de la partida de mi Padre Jorge.
Pero hace tiempo quiero expresar que Argentina ha iniciado un proceso de cambio tan duro como profundo desde las ideas económicas. Es tan triste ver que volver a lo anterior no sirve pero que cuesta encontrar un cambio positivo, que no signifique un gran padecimiento para buena parte de la población.
Mientras tanto, quienes dirigen ese nuevo sendero sean oficialistas u opositores viven en otro nivel de vida, bien alejados de las urgencias que atosigan a jubilados y asalariados en su angustiante carrera por llegar a fin de mes.
¿Alguna vez San Martín, Belgrano, Urquiza, Alberdi u otros habrán siquiera podido imaginar que el país que ellos supieron fundar, repleto de potencial, habría de tener más de un 50% de gente pobre?
¿Por qué los dirigentes sindicales y sociales durante el gobierno anterior descansaron 4 años y ahora ven todo lo malo que sucede? ¿Les parece razonable ahora hacerse los horrorizados?
¿Jamás se percataron los K, los Pro y todo el espectro político que el poder adquisitivo del salario se venía desbarrancando? ¿Se dieron cuenta las nuevas autoridades que millones de personas no podrán afrontar los nuevos costos del transporte con un salario que no logra ni por asomo correr de atrás a los precios?
Muchas acciones de los integrantes de los distintos estamentos del Estado restan, pero creo que jamás se debería insultar a las instituciones que configuran el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial porque ellos son los pilares de una Democracia imperfecta, pero que al fin y al cabo es un sistema de convivencia cívica que nos une por lo menos a la hora de elegir nuestras autoridades.
Por su parte las Provincias, aun cuidando sus intereses deben colaborar a los logros de la Nación pero en sentido contrario no se debe olvidar que las primeras conservan todo el poder no delegado a la segunda, acorde a nuestra Carta Magna (art. 121 CN)
Imploro que el comienzo de las sesiones ordinarias del Congreso Nacional marque un punto de inflexión en busca de la normalidad, de la tolerancia, de la empatía (no solo entre las distintas funciones del Poder del Estado sino principalmente con los sectores que vienen siendo más castigados sin siquiera un atisbo de sensibilidad hacia ellos).
Ya sabemos de dónde venimos, pero no tenemos certeza del puerto al cual habremos de arribar en medio de semejante tormenta.
Ojalá que allá en el horizonte salga un poco el sol para todos, no solamente para algunos.
Alejo de Dovitiis 2024