viernes, 30 de noviembre de 2012

Hace ya treinta años

Se marcha entre lluvias y el sol noviembre de 2012. 
La vorágine del mes hizo que llegara hasta último momento para escribir sobre los recuerdos que treinta años atrás sucedieron. 
El sábado 13 de noviembre, de hace ya largos treinta años, tomé la primera comunión junto a mi hermano en la parroquia San Idelfonso. Fue una emoción fuerte, tras dos años de preparación, mil imágenes que vienen a mi mente: la previa, la ceremonia, el silencio de la iglesia, la posterior fiesta con todos nuestros amigos y toda la familia, tanta cosas bonitas.... Necesitaría, creo en este instante, otro mes para narrar la catarata de sensaciones que vienen a mi. Fue una tarde noche muy especial para mí, para mi hermano, mis padres y todos los presentes. 
Mientras ese hecho trascendente sucedía, tenía la suerte de jugar en varios sábados sucesivos por primera vez el torneo Escolar de la ciudad de Buenos Aires, un evento donde comenzábamos 50000 chicos de la ciudad y llegábamos solamente 150 a la final. El mismo día 13 había tenido dos partidas tremendas contra dos hermanos Fascowicz y aunque pude ganar ambas tuve que lidiar muchas horas. De esa forma quedé puntero con D¨Iorio con 6/6 solamente ambos. 
El 20 de noviembre a las 9.30 hs, otro sábado de tensión, jugando la partida decisiva. Recuerdo al maestro Corte diciéndonos que debíamos apurar el ritmo y luego en el blitz imponerme al alto y rubio rival (que iba a séptimo grado mientras yo lo hacía en quinto). Había llegado a 8/8 y mi seguidor a 1 punto. 
El 27 de noviembre fue un solo juego; el definitivo. Contra un chico de apellido Castro, al cual vencí otra vez de negras como en la séptima fecha, otra siciliana tensa y luego la emoción final del 9/9. El abrazo de mi papá, mi mamá, mi hermano, mi tío, etc etc. Luego vinieron los festejos, los regalos y la alegría en el colegio con mis compañeros que tanto me apoyaron. De hecho el querido Pablo Scorofitz hizo también una gran actuación en la final con 6,5 puntos. Fue algo indescriptible, que nunca más volví a sentir con tanta intensidad. 
El encuentro con Dios, la niñez, el apoyo de la familia, la alegría del ajedrez: uffff ¡cuántas cosas bonitas!! Y han corrido el agua bajo el puente durante tres décadas. ¿Podía olvidarme de recordarlo? Me parece que no, por eso estoy aquí, a las apuradas, posteando un pedacito de mi existencia, de los momentos lindos de la vida, esos que uno quiere que nunca terminen por completo. 

 Alejo de Dovitiis © 2012