lunes, 24 de enero de 2011

Bellos horizontes

Por el turbulento Río de la Plata se abre camino el lento barco rumbo a la costa de la soleada Colonia. Ya allí un bus me transporta a un infierno de clima llamado Montevideo. Por último, un micro me traslada hacia el Costa Azul, donde me encuentro con mi esposa y suegros.

Como recibimiento –a los cinco minutos de arribar– una feroz tormenta azota al balneario, quedando solo el afecto de mi gente como lado positivo de una severa bienvenida.

Recuerdos, atardeceres, mateadas, amigos se entremezclan entre la realidad y los recuerdos de un lugar que hace ya quince años que me recibe. Aquella novia, hoy mi esposa, me lleva de su mano a recorrer sus lugares preferidos, esas playas ocultas y paradisíacas que surgen de manera sorpresiva tras las dunas.

El mar con su furia y su paz tienta a la reflexión de lo que hemos hecho y de lo que realizaremos en este año que recién asoma: los proyectos y los sueños cual olas van y vienen en ese ajetreado océano de ideas llamado cerebro.

¿Qué será de la bella Europa mientras aquí domina el calor? Tal vez sus noches serán más oscuras mientras aquí los crepúsculos parecen eternos. ¿Seguirá el Mar Caribe tan caliente o el Mar del Atlántico Sur será preferible? ¿Seguirá América Central con su clima y horarios de luminosidad constantes? Muchas cuestiones sin respuestas aunque todo luce mejor en estas playas al “Sur del Cielo”.

Como la puesta del sol, imponente e implacable, van pasando los días y ya resta el regreso a casa descansado, relajado y por qué no esperanzando en poder enfrentar todo lo que ha de venir.

Esos bellos horizontes que me llevaron a amar, pensar, soñar y descansar serán ahora un bálsamo en mi mente para afrontar con fe el porvenir.

Ya no habrá arena en mis pies ni tanto sol en mi pecho pero sí el eco de la brisa del mar retumbará en mis oídos como una música relajante en medio del vértigo de la gran ciudad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gran texto, Acerco.
Felices vacaciones, tal como te las merecès.