martes, 15 de marzo de 2011

Sarmiento, Sabina y sabiduría.

El pasado martes 15 de febrero se cumplieron doscientos años del nacimiento de Domingo Faustino Sarmiento.
Ante todo fue un docente pero además fue escritor, periodista, militar y político.
Fue gobernador de su provincia - San Juan- entre 1862 y 1864 y alcanzó la presidencia de la Nación en 1868, culminando su período en 1874.
Más allá de ciertos matices que le podrían ser criticables cabe puntualizar que cuando terminó su mandato presidencial no tenía una casa propia en la cual vivir (como para empezar a a describir a este prócer argentino).
Luego de vivir en Chile y en Estados Unidos adquirió una visión del mundo avanzada para su época e hizo mucho por trasladarla a la realidad argentina. Principalmente supo ver que un país en serio necesita una población instruida, educada y un sistema de comunicaciones que permita integrar a una veintena de provincias con la capital Buenos Aires no lo en el aspecto terrestre sino en todos los sentidos que una integración de un país debe tener.
Con el transcurrir de los días pude releer una nota del Dr. Guillermo Jaim Etcheverry (artículo de La Nación revista del 30/1/2011) y entonces comencé a pensar que Sarmiento supo poseer para su tiempo información, ciencia y sabiduría.
Según dice en esa nota Jaim Etcheverry, el sociólogo español Emilio Lamo de Espinosa asocia esos tres vocablos a tres preguntas respectivas: ¿Qué hay? ¿Qué puedo hacer? y ¿Qué debo hacer?
Hoy la información son datos accesibles a todos; la ciencia es conocimiento, es decir información pensada que distingue los datos relevantes de los que no lo son. Pero ninguna de ellas dos dicen sobre lo qué se debe hacer, lo cual proviene del ámbito axiológico. Es allí donde entra a tallar la sabiduría y el gran cuestionamiento del autor es: Tenemos mucha más información y las ciencias han evolucionado mucho pero hoy ¿somos más sabios que en la antigüedad?
La respuesta es -lamentablemente- negativa. Hoy se tiene a la ciencia como el único saber válido y aplicable. Es decir la ciencia no da resquisio para el uso de la sabiduría.
Por todo ello Elliot en su poema La roca (1934) se preguntaba: "¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido en información?"
Realmente una sabia reflexión del ex rector de la Universidad de Buenos Aires.
Pero siguiendo con mis lecturas de verano llegué a un reportaje al canta autor Joaquín Sabina (La Nación revista, domingo 14/3/11) en Madrid a semanas de presentarse en Buenos Aires y en medio de esa locura y bohemia que lo distingue vi mucha lucidez en ciertas afirmaciones:
"-Por primera vez en la historia de Europa, los hijos creen que van a vivir peor de lo que lo hicieron sus padres. No ven una salida, ni esa sensación generacional de que mejorarán lo que consiguieron quienes los precedieron". Yo agregaría de la Europa del último medio siglo, pero realmente esa vivencia la sentí al estar en Madrid y ver a todos los jóvenes comprar lo que sea como si el dinero siempre fuera a sobrar.

"-Lo que sucede es que esta crisis vino de aquella prosperidad falsa y barata, ya que la gente gastaba muy por encima de sus posibilidades, al estilo del deme dos de los argentinos que iban a Miami en el pasado. Va a ser muy difícil salir de esta situación, y yo todavía no entiendo cómo la gente no sale a las calles a protestar cuando aquí hay casi 5 millones de desocupados y 2 millones de hogares donde no ingresa ni un duro". ¡Excelente! El deme dos es bien nuestro y en cuanto el dólar se pone barato lo volvemos a repetir (ojalá que no sea tan pronto). Una vez Fischer dijo que fácil es quedar con una partida ganada cuando se juega con un argentino pero que difícil es finalmente vencerle. Jamás aprendemos de nuestros errores y reincidimos en ellos para luego batallar incansablemente ante el naufragio inminente. Me parece que las palabras alusivas a su país de Sabina deberían ser tomadas en su justa medida y que por nuestras tierras no vaya a ocurrir lo que él diagnostica que le ha pasado a la Madre Patria.

Podríamos pues concluir, que la información (de lo que sucede en Europa) y el conocimiento (los ciclos fluctuantes de la economía) nos hagan ser un poco más sabios a la hora de manejarnos en medio de una fiesta de recursos que un día inevitablemente se acabará.




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